Háblame desde la penumbra.
Donde tu rostro brille más que nunca,
y donde las arrugas
sean solo las que se noten en la cama.
Donde tu pelo
se enrede entre mis manos.
Donde me agarras fuerte,
y por la cintura.
Donde el silencio se empapa de besos.
Donde le bailamos
más de una letra a Sabina
y tus manos empiecen a calentarme.
Que sean las culpables
de que mis miedos desaparezcan,
se es[fumen]
y ponerles una trampa
entre mis dedos de los pies
Creo que así no se atreverán
a visitarme
Porque me salvaste
Y porque ya no confío
en otras manos.
No tienes nada que reprocharte, nada por lo que sentirte culpable. Pensamientos de una loca del moño.
Datos personales
viernes, 20 de enero de 2017
En la penumbra.
Etiquetas: poesía, literatura, letras
búsqueda,
literatura,
pensamientos,
poesía
lunes, 9 de enero de 2017
"Ven que te tape que hace frío".
"Ven que te tape que hace frío",
te dije mientras mis manos
amarraban tu cintura
y pedían más calor y menos ropa.
Rodeé tu cuerpo
como si aquello
fuese lo más frágil
jamás tocado por mis extremidades.
Las inferiores palpaban
sintiendo que no merecían nada
de lo que tocaban,
y las superiores se pensaban
que aquello era pura adicción
y que ese cuerpo jamás huiría de ellas.
Tus lunares me reclamaban
mientras yo accedía a unirlos
por hilos finos de aire,
en los cuáles,
mis manos iniciaban aquel camino
y se contoneaban como un trapecista de circo
que teme caer a un vacío.
Y me hacía temblar,
más
y más.
Pero de momento me dijiste que te tapase,
que hacía frío,
y yo simplemente
me dediqué a besar cada milímetro de ti,
creando una manta invisible hecha por mi boca sobre tu piel.
Y tú,
decidiste cerrar los ojos,
disfrutar
y atraparte en la manta que tanto calor emanaba.
te dije mientras mis manos
amarraban tu cintura
y pedían más calor y menos ropa.
Rodeé tu cuerpo
como si aquello
fuese lo más frágil
jamás tocado por mis extremidades.
Las inferiores palpaban
sintiendo que no merecían nada
de lo que tocaban,
y las superiores se pensaban
que aquello era pura adicción
y que ese cuerpo jamás huiría de ellas.
Tus lunares me reclamaban
mientras yo accedía a unirlos
por hilos finos de aire,
en los cuáles,
mis manos iniciaban aquel camino
y se contoneaban como un trapecista de circo
que teme caer a un vacío.
Y me hacía temblar,
más
y más.
Pero de momento me dijiste que te tapase,
que hacía frío,
y yo simplemente
me dediqué a besar cada milímetro de ti,
creando una manta invisible hecha por mi boca sobre tu piel.
Y tú,
decidiste cerrar los ojos,
disfrutar
y atraparte en la manta que tanto calor emanaba.
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